Pon todos los ingredientes del helado en la batidora y tritura bien hasta que la mezcla esté bien integrada y cremosa.
Rellena los moldes con la mezcla y dales a éstos unos golpecitos suaves sobre la mesa para eliminar burbujas de aire y que queden igualados.
Coloca los palitos y lleva al congelador (asegúrate de que estén sobre una superficie lisa). Congélalos durante al menos 6 horas.
Para preparar la cobertura, funde el aceite de coco en un cazo a fuego bajo, y añade el resto de ingredientes. Mezcla bien para que quede homogéneo.
Mete la cobertura en un tarro de cristal que tenga la altura suficiente y el ancho lo más justo posible para que quepan los polos.
Forra una bandeja con papel de hornear.
Retira los helados de los moldes y mételos en el tarro, uno a uno, para bañarlos con el chocolate. Añade la decoración rápidamente, ya que la capa de chocolate endurece enseguida.
Colócalos sobre la bandeja forrada hasta que terminen de endurecerse y disfrútalos en el momento o guárdalos en el congelador.
Cuando los vayas a comer, sácalos con unos 10-15 minutos de antelación para que el helado esté más suave.
PD. Recuerda que para comértelos como tiene que ser, es obligatorio acabar con la cara y las manos llenas de chocolate.