¿Piensas que es más importante comer bien que dormir bien cuando se trata de nuestra salud?
A estas alturas, reconocemos que la alimentación es uno de los grandes problemas que asola a la sociedad moderna. No solo consumimos demasiada grasa del tipo equivocado y demasiada proteína de muy baja calidad (y poca de la buena). También comemos demasiados hidratos de carbono. Principalmente de las mismas fuentes de BAJA CALIDAD que contienen esas grasas y proteínas que deberíamos eliminar.
En resumen, demasiados carbohidratos, las grasas equivocadas y proteína de mala calidad son el resultado de una dieta basada en productos procesados. Por ello, no importa cuál sea tu religión – la iglesia de los hidratos, las grasas o proteínas – estarás predicando contra el pecado de consumir comida basura.
Pero también creo que una vez que comenzamos a alimentarnos de manera coherente, con comida real y de buena calidad, muchos otros factores comienzan a presentarse como importantes. De hecho, una buena alimentación solo puede llevarte hasta cierto punto. Y si tus progresos iniciales comienzan a estancarse, o bien abordas “estas otras cosas” o “te pones más estricto con tu dieta”.
¿Y qué opción crees que escoge la mayoría? Entre tener que enfrentarse con apagar la televisión/ordenador/móvil y acostarse más temprano, o digamos, ingerir todavía menos carbohidratos, ¿cuál es la opción que resulta más atrayente? Al fin y al cabo, comer menos hidratos te ha llevado hasta el punto en el que te encuentras ahora. Si reducirlos es bueno, reducirlos aún más será todavía mejor, ¿no?
Estas otras cosas que son casi tan (y en ocasiones más) importantes como la buena alimentación incluyen: la socialización, la adaptación al estrés, la exposición solar o vivir de manera estacional. Así como el movimiento lento y hábil, el contacto físico y el sueño.
¿Por qué dormimos cada vez peor?
Es posible que ya sepas que la falta de sueño nos conduce a trastornos hormonales y a un incremento de los niveles de cortisol. Si has leído a Robb Wolf, puede que recuerdes su afirmación de que “una única noche de sueño perdido o inadecuado basta para volverte tan resistente a la insulina como un diabético de tipo 2.”.
De hecho, con frecuencia, una de las razones por las que dejamos de perder peso, o incluso engordamos, es la falta de sueño. Y has experimentado en tus propias carnes que, cuando no duermes bien, acabas hecho unos zorros. Sin embargo, continúas durmiendo mal.
Aun así, retrasas la hora de acostarte, pierdes el tiempo y te quedas dormido en el sofá. Solo para despertarte horas más tarde, aturdido y con dolor de cuello. Y conservas malas costumbres que no son más que la antítesis de un buen sueño reparador.
Dormir mal: ¿una nueva epidemia o un reflejo de nuestro estilo de vida?
Aproximadamente una cuarta parte de la población adulta tiene problemas para dormir. Y se estima que de un 6% a un 10% sufre insomnio. En España, una de cada cinco personas padece insomnio. De hecho, la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles indica que el grueso de los españoles no llega a las siete horas de sueño nocturno. Concretamente, el 13% sufre trastornos de sueño. Y el 29% se mantiene en torno a las seis horas. Solo el 15% duerme ocho o más horas.
Vivimos en una sociedad en la cual el insomnio y el consumo de pastillas para dormir se ha disparado. Pero esto no sorprende: es una sociedad que valora la productividad y la actividad por encima de todo. Y que prácticamente desprecia el descanso y la relajación. De hecho, para muchas personas, “descansar” significa ver la televisión, navegar por internet o jugar a la consola. No solo hemos olvidado el valor del descanso, sino que nos hemos olvidado de cómo hacerlo.
Sin embargo, deberíamos tener un enfoque tanto o más proactivo a la hora de planificar y procurarnos un descanso de calidad y estacionalmente adaptado. Al igual que hacemos con nuestras elecciones en lo referente a la dieta y el ejercicio.
¿Por qué cuesta tanto dormir bien?
Existen muchas cosas que nos impiden acostarnos temprano y dormir más y mejor. Algunos haremos grandísimos esfuerzos con nuestra alimentación. Y nos preocuparemos por los efectos nocivos de los hornos microondas. O por los problemas que nos puede causar el comernos una naranja o un plátano. Incluso investigaremos si una cetosis intermitente nos puede ayudar a incrementar masa muscular.
¡Pero no somos capaces de irnos a la cama a las 10 de la noche! Acostarse temprano parece no ser la respuesta a muchas de las preguntas que se hace la gente para mejorar su salud. ¡Sin embargo, lo es!
Día tras día escuchamos los problemas que tiene la mayoría de las personas con la falta de sueño y el cansancio. Pero no se te ocurra proponer que se acuesten más temprano para dormir más horas. “Yo no puedo hacer eso”, “Tengo hijos”, “Es el único momento que tengo para mi”, “¡Ponen mi serie favorita en la tele a esa hora!”
Como ves, existe una infinidad de excusas. Y todas ellas se reducen a la falta de voluntad para sacrificar algo con el fin de poder dormir más. De hecho, tenemos la posibilidad de elegir, pero por lo general la rechazamos. Y el sueño se trata como un lujo prescindible, algo que no es indispensable. Como si fuera algo con lo que nos podemos poner al día más tarde.
Es más, admiramos a esa persona que es capaz de estar despierta hasta tarde, dormir 5 o 6 horas y aparecer en el gimnasio antes de irse a trabajar. Muchos de nosotros queremos ser ese tipo que sobrevive a un déficit de sueño. Y las personas que se acuestan temprano a menudo resultan aburridas. O, directamente, unos carcas.
No podemos disfrutar de buena salud si no dormimos bien
“Dormiré cuando esté muerto”, es la mentalidad del adicto al trabajo, de la persona que piensa que el dormir te roba parte de tu vida. Y de quien piensa que nuestros cuerpos no están haciendo nada útil cuando se encuentran bajo las sábanas. Nada podría estar más lejos de la realidad.
Durante el sueño, nuestro cuerpo se encuentra en una fase increíblemente activa. Y lleva a cabo todo tipo de procesos de crecimiento y reparación. Cuantos más datos aprendamos sobre el sueño, más probable será que le otorguemos el respeto y compromiso personal que se merece. Así que allá vamos.
En primer lugar, nuestros cuerpos no han olvidado la importancia del sueño. Es esencial para su mantenimiento básico y la reparación de los sistemas digestivo, endocrino, inmunológico, neurológico y musculoesquelético. En un ritmo circadiano normal, el nivel de melatonina se eleva de forma natural al anochecer. Esto incrementa las funciones inmunológicas de las citocinas y ayuda a protegernos de las infecciones. Por esta razón es más probable que nos resfriemos tras varias noches sin dormir bien.
¿Necesitas más motivos para empezar a dormir mejor?
Antes de pasar otra velada, hasta altas horas, viendo tu serie favorita en la televisión, ten presente todo lo positivo que te ofrece una noche de sueño reparador. Por ejemplo, puede mejorar el rendimiento de tu memoria y tu capacidad creativa para solucionar problemas al día siguiente. Además hará que seas una persona más agradable al aumentar tu reconocimiento de las emociones positivas. Pero eso no es todo.
También mejorará tu rendimiento atlético, velocidad, precisión, estado de ánimo y nivel de energía. Si odias ponerte enfermo, estás de enhorabuena. Porque dormir bien mejora tu respuesta inmunológica. De hecho, es durante el sueño cuando tu sistema inmune se encuentra más activo. Y para colmo, dormir bien también mejora nuestra actitud ante el estrés diario.
En el siguiente artículo veremos lo que le ocurre a nuestra salud cuando experimentamos una falta de sueño. Así como las necesidades personales y consejos para dormir bien.
Excelente Eva!
Espero esa segunda parte, en la que seguramente nos explicarás también cómo nos afecta la falta de sueño desde un punto de vista metabólico. Sólo con comprender la relación entre la exposición a la luz -natural y artificial- con la secreción de hormonas como el cortisol o la insulina ya es suficiente para huir de la luz artificial y la actividad nocturna, y consecuentemente desactivar esa necesidad continua de consumir azúcar.
De ahí que, personalmente, desde hace dos años haya optado por «imitar» los horarios estacionales de sueño, durmiendo unas 7-8 horas en verano y hasta 10 en invierno, a diario, claro. Sólo con ese pequeño cambio de hábitos, siguiendo el ciclo solar, el circadiano, la regulación energética y metabólica ha sido espectacular.
Veamos qué nos cuentas en la segunda parte 🙂
Abrazos!
Efectivamente, Robert. Muchas personas se preocupan únicamente por el efecto de los alimentos (hasta hace un tiempo, yo también), de si comer una zanahoria cocida o una cucharadita de miel te va a provocar un pico de insulina (evidentemente existen personas con enfermedades que deben tener mucho cuidado con estos temas). Sin embargo, estas mismas personas muchas veces no se acuestan hasta las 2 o las 3 de la mañana, pero a eso no se le da mayor importancia.
Vivir estacionalmente, como tú indicas, en todos los sentidos (alimentación, actividad, etc.) es importantísimo para nuestra salud y bienestar, me gustaría profundizar más en este tema.
¡Un abrazo!
El irme pronto a dormir es mi asignatura pendiente, toda la vida he sido de los de quedarme tarde porque rindo más intelectualmente que por el día y cuesta. Por las mañanas me apatece hacer algo más físico y por las noches mental.
Esperando la segunda parte!
Hola, Saúl. Si es algo que te cuesta, yo procuraría hacerlo poco a poco, es decir, si te sueles acostar a medianoche o pasada esa hora, de un día para otro no quieras dormirte a las 10 porque va a ser complicado. Cuando publique la segunda parte, ya me contarás lo que piensas.
Esta es mi asignatura pendiente! APrendí sobre la importancia del sueño hace meses, y cada día me propongo acostarme más temprano… Pero poco a poco voy abandonando esa costumbre. Lo mío tiene especial delito porque sí que he podido comprobar lo bien que me sienta dormir las horas que necesito, pero en mi caso es «el único ratito del día que tenemos para nosotros». Retomo mis buenos propósitos con más ganas! Estaré atenta al próximo post para reforzar mis sanas intenciones.
Al haber comprobado lo bien que te sienta irte a la cama más temprano, creo que será más fácil retomar esas costumbres. Es igual que cuando comemos bien, nuestros cuerpos se desinflaman, y luego vuelves a probar pan, pizza o un trozo de pastel de tu suegra, y te das cuenta de lo bien que te encuentras normalmente.
De diez Eva! Cada día me acuesto más temprano. El otro día dormí casi diez horas y me encontraba increíble al día siguiente. Esperamos la/s siguiente/a parte/s.
¡Qué bien, Jesús! Es que, al igual que una noche en vela te sienta como una patada al día siguiente, una buena noche de sueño de calidad es de lo mejor que le puedes regalar a tu cuerpo!
Hola Eva antes de nada decirte que soy casi nuevo en este mundillo paleo que poco a poco estamos colonizando pero he de decirte que tu blog es brutal y que me está aportando mil cosas!! Asique ahora mismo te busco en Twitter!! Jeje un abrazo y sigue deleitándonos jodidademente bien 😉
Buen artículo. Y los que trabajamos a turnos con noches, como hacemos para mantener un buen clico de sueño? Es misión imposible, un día te levantas a las 7 y al siguiente te estás acostando a las 9…
Hola Cris,
Pues lo tenéis más complicado, pero no imposible, ya que puedes implementar distintas estrategias para ayudarte y también para ir ganando resiliencia.
No siempre el único punto es acostarse temprano, sino la regularidad del patrón de sueño, la profundidad del sueño y la duración del mismo. Aplicar una correcta higiene del sueño, independientemente de la hora, es fundamental y te va a ayudar mucho.
Un abrazo,
Edurne