cuidar de tu familia

¿Quieres cuidar de tu familia pero no sabes cómo conseguirlo?

La dieta paleo: la clave para cuidar de tu familia

Sé que cuidar de tu familia no es fácil. Y que el cambio de hábitos necesario cuesta tiempo y esfuerzo. Pero también sé que la dieta paleo es una de las mejores formas de conseguirlo.

Por si eres nuevo en este mundo, el enfoque “Paleo” hacia la salud se sirve de la historia evolutiva del homo sapiens sumado a lo mejor de la ciencia moderna. Con este marco general como referencia, podemos guiar nuestras elecciones diarias. Tanto en lo que respecta a la dieta como a nuestra forma física, la medicina y la suplementación. Como puedes ver, todos ellos son factores vitales cuando se trata de cuidar de tu familia.

En ese sentido, el punto esencial se centra en la dieta. De forma muy resumida, rechaza los cereales, azúcares y aceites vegetales modernos. Y promueve el consumo de carne, pescado, huevos y verduras de calidad.

También hay que recordar que este enfoque ofrece una estructura de principios en constante evolución, para vivir mejor. Es decir, no es una doctrina inflexible impuesta por ninguna autoridad. Por el contrario, tanto expertos como profanos en la comunidad paleo discrepan en algunas de sus recomendaciones y elecciones personales. Es más, cada persona tiene preferencias, tolerancias y necesidades distintas. Y deberá experimentar para descubrir lo que mejor le va.

No obstante, puedes estar seguro de que el enfoque evolutivo es el mejor para cuidar de tu familia.

Mis consejos para cuidar de tu familia

Las siguientes recomendaciones constituyen mi interpretación personal de las mejores prácticas en lo referente a la dieta, forma física y suplementación. Y algo más a tener en cuenta. Como dijo Voltaire: “No permitas que lo perfecto sea enemigo de lo bueno».

Con estos principios puedes aplicar la norma del 80/20. Si los sigues el 80% de las veces, estarás encaminado hacia un nivel de salud elevado. O dicho de otra manera: un trozo de pan o un helado esporádico no te van a matar. Ni tampoco dará marcha atrás a todo lo positivo que hayas conseguido hasta ahora. Salvo si existen verdaderas intolerancias (glúten, lácteos), en cuyo caso se deben evitar en su totalidad.

  1. Consume comida real. Siempre que puedas, cocina tus propias comidas a partir de ingredientes enteros sin procesar. Y presta atención a las porquerías que se encuentran de manera habitual en los alimentos precocinados. Es lo primero que tienes que hacer para cuidar de tu familia.
  2. Duerme mucho y bien. Respeta tu cuerpo y no lo maltrates negándole el descanso que necesita.
  3. No utilices aceites vegetales derivados de cereales o semillas (como los de girasol, maíz y soja). Además, evita las grasas hidrogenadas y no consumas alimentos fritos en los restaurantes. En su lugar, utiliza grasas animales (mantequilla, ghee, manteca, sebo). Así como las del coco, oliva y aguacate. Y no temas a las grasas saturadas.
  4. Tampoco comas dulces. Evita el azúcar, el jarabe de maíz alto en fructosa, el sirope de agave y los edulcorantes artificiales. Con el tiempo tu paladar se ajustará. Y los dulces que acostumbrabas comer te resultarán empalagosos. Además, descubrirás sabores deliciosamente dulces en verduras que antes te parecían insípidas.

Más opciones para cuidar de tu familia

  1. No comas trigo, maíz, centeno, avena y otros cereales. Si aun así decides consumir algún cereal, hazlo con moderación. Y procura elegir los que no contienen gluten. Finalmente, prepáralos de forma adecuada (remojando/germinando) para minimizar toxinas. Además, recuerda que el trigo se sitúa entre los más dañinos. Mientras que el arroz es considerado por muchos como un “almidón seguro”.
  2. Tampoco tomes soja. Una pequeña cantidad de soja fermentada puede ser aceptable. Sin embargo, debes tener en cuenta que la soja – fermentada o no – es un goitrógeno y contiene hormonas que imitan el estrógeno (fitoestrógenos). Por ello, para cuidar de tu familia, opta por otros productos.
  3. Vigila tu proporción de ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6. Así como el consumo total de omega 6. Hoy día se consume demasiada cantidad de omega 6. En las dietas occidentales el ratio suele situarse en torno a un 17:1 (partes de omega 6:partes de omega 3). Pero el ratio ideal parece estar entre 1:1 y 4:1. Para lograrlo es necesario limitar la ingesta de omega 6 eliminando aceites vegetales y consumiendo con moderación frutos secos altos en omega 6. A la vez que aumentar el consumo de pescado azul.
  4. Consume en abundancia carne de calidad, proveniente de animales criados en libertad. La carne de un animal que se ha alimentado únicamente de pasto tiene un perfil mucho mejor de ácidos grasos poliinsaturados omega 6:omega 3 que la de un animal que se ha alimentado con pienso. Incluso si sólo ha recibido este tipo de alimentación en los últimos meses de su vida.
  5. Come pescado y marisco con frecuencia, preferentemente salvaje y no de cultivo.

Huevos, verduras y casquería: también te ayudarán a cuidar de tu familia

  1. Come huevos provenientes de gallinas criadas en libertad. Deberíamos anteponer la nutritiva yema a la clara, pobre en nutrientes.
  2. Consume verduras de temporada y procura que éstas abarquen una gran variedad. Están especialmente deliciosas cuando las untamos con ricas grasas. Y son esenciales para cuidar de tu familia.
  3. Los alimentos fermentados, como el kefir, el yogur, el chucrut y otros lactofermentos vegetales crudos, son muy beneficiosos para la flora bacteriana intestinal. Procura ingerir alguno de estos alimentos probióticos cada día.
  4. Si lo toleras bien, toma algún lácteo entero, de preferencia crudo y/o fermentado. Por el contrario, huye como de la peste de los lácteos desnatados y pasteurizados. Si estás intentando perder peso, es posible que tengas que limitar el consumo de lácteos.
  5. Disfruta incorporando casquería en tu dieta. El hígado es uno de los alimentos más nutricionalmente densos que existe. Y proporciona a tu cuerpo una gran cantidad de micronutrientes. Si solamente estás comiendo pechugas de pollo, brócoli y aceite de oliva, no te has enterado de nada. Y así no podrás cuidar de tu familia.
  6. Haz del caldo de huesos un básico en tu cocina. Este alimento proporciona a nuestro cuerpo formas biodisponibles de calcio, magnesio, fósforo. Así como otros minerales deficientes en la dieta moderna. Además de obtener los beneficios que nos aportan la gelatina y el colágeno. También una herramienta que puedes añadir a tu arsenal para curar el intestino permeable. Y para cuidar de tu familia.

Frutos secos, frutas y legumbres: ¿son opciones para cuidar de tu familia?

  1. Puedes comer frutos secos, pero presta atención a su contenido en omega 6. Aunque es cierto que son alimentos enteros y nutritivos, que contienen antioxidantes para minimizar el daño oxidativo, debemos tener en cuenta que algunos de ellos tienen un alto contenido de omega 6. Y que todos contienen ácido fítico, un antinutriente. Pero estos últimos se pueden reducir (aunque no eliminar del todo) al remojarlos en agua salada. Además, evita los frutos secos rancios.
  2. Come frutas, pero no te pases. Las frutas tienen con frecuencia un alto contenido en azúcares, en especial la fructosa. En este aspecto, suelen ser peores las frutas tropicales y más beneficiosas las bayas (arándano, mora…).
  3. Si decides comer legumbres, hazlo esporádicamente y prepáralas de manera adecuada para minimizar antinutrientes. Así podrás cuidar de tu familia.
  4. Escucha a tu cuerpo: experimenta para encontrar los alimentos que mejor funcionan para ti. Si padeces una enfermedad autoinmune o tienes algún otro problema de salud, deberías poner a prueba distintos alimentos mediante un proceso de eliminación. Para ello, elimina por completo, durante al menos 4 semanas, alimentos que son potencialmente problemáticos (gluten, lácteos, huevos, frutos secos, solanáceas, FODMAPS). Y evalúa cómo te sientes al excluirlos de tu dieta. Debes comer lo que mejor le sienta a tu cuerpo. Sin importarte lo que digan, o dejen de decir, los demás.
  5. Rechaza los conceptos sin sentido de “comer de todo con moderación” y “dieta equilibrada”.  En su lugar, identifica el abanico de alimentos que te resultan saludables. Y consume una gran variedad de esos alimentos. Prueba comidas nuevas, tus gustos irán cambiando.

Finalmente, recuerda que cada persona debería comer de manera personalizada, dependiendo de sus necesidades fisiológicas, objetivos y estilo de vida. Debemos encontrar lo que mejor nos sienta.

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